2 de septiembre de 2011

La historia de los callados


        Hoy hago un alto en el camino, hoy no los nombro ni los numero. Simplemente trato de reflexionar frente a los datos, los estudios y la tantísima cruda realidad que cada día nos da un baño con sabor a hierro. He criticado muchas veces  la tan mencionada guerra contra el narcotráfico, he gritado porque no prohibirla y porque sí buscar alternativas, pero hoy no me da la gana. Hoy mi afán es simplemente contar la historia de los callados, de aquellos que viven tras lúcidas rejas que solamente muestran el oscurecer del destino innombrable. 

Son ellos, los otros, los que están ahí sin saber siquiera como llegaron,  al preguntar por qué te trajeron, qué hiciste,  basta una mirada para entender que la pregunta es incomoda, su respuesta es mecánica, porque sí responde. Son víctimas del pasado, victimarios del presente. A su corta edad pareciera que la vida les tomó por sorpresa, las cicatrices son arrugas que muestran la tantísima experiencia de los años, pero sin tenerlos, son ellos los presos, nuestros presos chiquitos. 

Hace tiempo tuve la oportunidad de charlar con algunos de ellos, todos relacionados con la venta, posesión o consumo de drogas. El centro en el que se encontraban parecía una estancia de fin de semana con la ligera diferencia que al llegar el lunes, el portazo sonaba en sus conciencias. Para algunos la cárcel parecía justo, no hay un "reacomodo" en el camino, otros, no entendían ésta justicia como parte de su vida, solo buscan retomar su ritmo pronto. En medio de estos dos mundos hay un dormitorio que día con día vive las diferencias y las similitudes del peso de las leyes. 


Las cifras nos muestran como el gobierno en turno agrupa montones de gente tras los barrotes con delitos que no son graves, haciendolos ver imperdonables: de 2001 a 2006 Presidencia de la República reportó 79,595 detenidos por delitos contra la salud, de esos mas del 90% eran "colaboradores y distribuidores al menudeo"(1). La historia en este sexenio va por el mismo camino o por uno aun peor. 


Muchos de los chicos con los que me reuní muy probablemente son parte de estas cifras, pero lo que duele, lo que arde, no es su estancia en ese solitario, pero poblado lugar, sino las razones por las que están ahí. 

Y nosotros pensando en estrategias numéricas, en decirle a los dirigentes o "representantes" como cambiar el rumbo del camino equivocado. Mientras allá adentro se forjan ejércitos sin consuelo. A los pocos años de edad no tienen el derecho real a estudiar; la posibilidad, la opción de decidir que camino tomar, pero si la obligación de cumplir penas para ellos y sus familias,  se busca rehabilitarlos, cuando ni inadaptados son. No es que sean víctimas, sino que esta situación nos obliga a reflexionar seriamente por qué legislamos así, por qué están ellos ahí y no los que les dan instrucciones, por qué? 

(1) Programa Nacional de Drogas, Acciones y Resultados Memoria Sexenal 2001-2006.

2 comentarios:

nidi dijo...

Está soberbio esto que escribíste,realmente mueve las entrañas.
Felicidades Angela!.
Un saludo UAM.

nidi dijo...

Está soberbio esto que escribíste,realmente mueve las entrañas.
Felicidades Angela!.
Un saludo UAM.